Pobre,
mi doctorcita. ¡Como lloraba! No quisiera sonar demasiado estricto, pero una “experiencia
paranormal” no es un estado distorsionado de conciencia sino una alucinación. Aunque
dos o más personas la sufran al unísono. A lo sumo, un caso de trastorno
psicótico compartido.
Me dio mucha tristeza cuando trató de armar un relato coherente sobre cómo se le disparó la patología. Un paciente sufría ataques de pánico porque un hermano suyo hablaba con los muertos: un hombre y una niña parlanchina. Las “presencias” se le manifestaban a medianoche. Después de entrevistar a los hermanos, los ingresó y medicó con generosidad. Entonces la niña empezó a hablarle… a Maqui. Invisible para los demás, la acompañaba y le ayudaba a diagnosticar a los pacientes. Durante un año, dijo, fue una “asociación laboral de lo más productiva”. Sin embargo, mi mejor alumna cometió el error de ponerse a discutir con la niña... ¡en una reunión con el director Cuartucci!
Comentarios
Publicar un comentario