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SÁBADO

Pobre, mi doctorcita. ¡Como lloraba! No quisiera sonar demasiado estricto, pero una “experiencia paranormal” no es un estado distorsionado de conciencia sino una alucinación. Aunque dos o más personas la sufran al unísono. A lo sumo, un caso de trastorno psicótico compartido. Me dio mucha tristeza cuando trató de armar un relato coherente sobre cómo se le disparó la patología. Un paciente sufría ataques de pánico porque un hermano suyo hablaba con los muertos: un hombre y una niña parlanchina. Las “presencias” se le manifestaban a medianoche. Después de entrevistar a los hermanos, los ingresó y medicó con generosidad. Entonces la niña empezó a hablarle… a Maqui. Invisible para los demás, la acompañaba y le ayudaba a diagnosticar a los pacientes. Durante un año, dijo, fue una “asociación laboral de lo más productiva”. Sin embargo, mi mejor alumna cometió el error de ponerse a discutir con la niña... ¡en una reunión con el director Cuartucci! Es obvio que
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VIERNES

Es la jefa de servicio en un Centro de Salud Mental conurbano. Un espanto de lugar que sólo se puede afrontar con vocación de malabarista. El director del CSM le impuso una licencia de treinta días con la obligación de resolver su problemita .  Maqui me mostró lo que le escribió sin nombrarla en @JeremaCuartuc1 No uso redes, pero coincido con el diagnóstico de este payaso. Igual hay cosas que no se hacen. Tengo que acordarme de comprar cloro y repelente para los mosquitos.

JUEVES

¿Quiénes somos veinte años después? Creemos en la identidad, la permanencia. Nos engañamos, como si el envejecimiento solo fuera externo. ¿Cuántos máscaras acumulamos? ¿Cuántas ondas en el estanque? Se bajó del auto. El mismo flequillo. Las arrugas en los ojos amplificaban la intensidad de su mirada. Intentó una sonrisa. Esa que pone estrellas en los contornos. De regalo me trajo una pipa. Me dio apuro decirle que lo que no lograron los médicos lo consiguió una neumonía. Y además me regaló su último libro: “Otra aproximación a los trastornos percepto-cognitivos”. Mi doctorcita era una reconocida especialista en su campo. Con pudor me mostró que la obra estaba dedicada a mí.

MIÉRCOLES

No creo que ningún traje me entre. Hace tanto que no me disfrazo de superhéroe. ¿Pero a quién le importa? Igual, no la puedo recibir descalzo. Y me tendré que bañar. Me hizo gracia: «a la hora que me diga paso por su consultorio, profesor». No tengo más consultorio. Ni cátedras. Ni pacientes. Cuando mi esposa terminó como terminó me alejé de todo. ¿Cuánto hace? ¡Ocho años! Helena siempre tuvo sus curiosas negligencias. Durante toda mi carrera, me consagré a aliviar el sufrimiento psíquico de tantos mientras ella, en mi total inadvertencia, se deterioraba cada vez más. «Es una obra de beneficencia que busca la revolución espiritual». ¡Los Niños de Dios eran, Helenita! ¡Hippies degenerados! Prostitución, corrupción de menores… ¿qué cosas dejaste que hicieran con nuestra hija?

MARTES

Desde ayer que estoy pensando. No encuentro sosiego ni en la  musiquita   linda. ¿Cuántas veces escuché su mensaje afligido? No sé por qué no respondí de inmediato. O sí. Fue mi mejor alumna. Lejos. Anticipaba los trastornos con solo mirarlos. Sintonizaba de inmediato y nunca se equivocaba. Los internos la adoraban. Y eso que no era de recetar mucho psicofármaco. Siento que he envejecido siglos.

LUNES

Estaba meditando junto a la pileta. No me terminaba de decidir si almorzaba o dejaba que el sol otoñal hiciera su magia. Escuché zumbar el telefonito. Por alguna razón necesité entrar. Un mensaje de voz    en el WhatsApp. Así empezó.